Tirar de la punta del mantel, dejar que se derrame el vino, que se rompan las copas, que estallen los platos en el piso, que las paredes se cubran del rojo salsa.
Patear la silla, romperle -si es posible- una pata, o dos.
Dar vuelta la mesa, que quede patas arriba.
Abrir la puerta de una patada, tratar de no cruzarse con nadie ni con nada más.
Descargar la bronca, hacer catarsis, exteriorizar.
LLorar hasta comprender. Tranquilizarse de a poco, exhalar los últimos suspiros odiosos y secarse las últimas lágrimas para emprender el camino al nunca jamás...
Patear la silla, romperle -si es posible- una pata, o dos.
Dar vuelta la mesa, que quede patas arriba.
Abrir la puerta de una patada, tratar de no cruzarse con nadie ni con nada más.
Descargar la bronca, hacer catarsis, exteriorizar.
LLorar hasta comprender. Tranquilizarse de a poco, exhalar los últimos suspiros odiosos y secarse las últimas lágrimas para emprender el camino al nunca jamás...